24/1/2023
Reseña del tercer ciclo. Teorías contemporáneas de la Persona
Juliana Peiró
Juan Fernando Sellés, Blanca Castilla y Pilar Fernández Beites propusieron en nuestro seminario su teoría de la persona. He aquí un resumen.

Las últimas tres sesiones del primer ciclo del Seminario Permanente de Antropología Filosófica, Teorías contemporáneas de la persona, organizado por Hápax. Instituto de Ciencias de la Acción (Ciudad de México) han estado a cargo del filósofo Juan Fernando Sellés, la filósofa y teóloga Blanca Castilla de Cortázar y la filósofa Pilar Fernández Beites. De nuevo, se contó en cada una de las sesiones con un número muy nutrido de participantes del ámbito universitario y académico de toda Latinoamérica y Europa, en un clima de estudio y profundización del ser humano desde el saber superior.Se trata de un cierre con broche de oro de un ciclo de 9 conferencias de prestigiosos filósofos de habla hispana, los cuales nos han transmitido las líneas fundamentales de su propia teoría de la persona.

En la sesión magistral a cargo de Juan Fernando Sellés, el filósofo español señaló que el hombre consta de tres dimensiones: una naturaleza corpórea, una esencia inmaterial y un acto de ser personal. Cada una de ellas está, a su vez, compuesta. Así como la composición corpórea es unitiva, la composición de la esencia humana es triádica en dimensiones y la unión entre ellas conforma dualidades. También el acto de ser personal es triple en dimensiones, las cuales son constitutivamente abiertas a Dios. Así, para el profesor Sellés, el planteamiento antropológico adecuado para comprender al ser humano en toda su radicalidad no es ni monista, ni dualista; sino que, aceptando el modelo ‘dual’, pues es claro que el hombre está compuesto de alma y cuerpo, se debe reconocer que es incompleto, pues la ‘persona’ humana que cada quién es es superior e irreductible a ambas dimensiones humanas, a saber: su alma y su cuerpo. Por lo demás, subrayó el doctor Sellés, las tres dimensiones mencionadas son susceptibles de crecimiento o de disminución, sólo que el crecimiento del cuerpo es limitado, mientras que el de la esencia es potencialmente irrestricto, y el del acto de ser es libre y activamente irrestricto, a menos que la persona rechace libremente ser la persona que es y está llamada a ser. A la par, tanto la persona como la esencia del hombre están internamente conformadas por tres dimensiones; y asimismo son tres los hábitos innatos que median entre ambas.

Nadie duda, argumentó el profesor Juan Fernando, de que la persona ‘tiene’ cuerpo; tampoco de que ‘tiene’ (no ‘es’) razón y voluntad; la persona sabe también con solvencia cómo es su yo, porque es el cada quien el que lo va conformando (madurando, personalizando), pero conoce escasamente quien es como persona, o sea, su sentido personal, porque la persona que es no es un invento propio, sino divino y, además, es libremente creciente. De lo cual se puede concluir que la felicidad ‘personal’ está vinculada a este último saber, no a los precedentes. Por tanto, hay que intentar desvelar ciertas claves íntimas que, sin descuidar el conocimiento de las otras dimensiones humanas, nos permitan alcanzarla, pues el logro de la mayor felicidad personal es correlativo y proporcional a la consecución de un mayor  sentido personal.

Así, si se despliega la intimidad personal es posible dar cuenta de los trascendentales personales y reconocer que la libertad personal humana es irreductible a sus manifestaciones, y que el conocer personal no se reduce a la razón sino que equivale al intelecto agente aristotélico, en tanto que intelecto personal o personalizado. Dicho intelecto es transparente. No se trata un foco que ilumina realidades, ideas o contenidos abstractos. Además, es creciente; más aún, sujeto a elevación. Y por su parte, el amar personal es superior a cualquier acto de querer de la voluntad, pues el amor es también un trascendental personal. En este sentido, el amor no es un simple acto de la voluntad; más, aún, el querer depende del amor. Y así, concluyó el doctor Sellés, el amar personal es superior al conocer y a la libertad personales pues su tema es el Dios personal, cuya naturaleza es inabarcable.

El fin de la persona humana, señaló Juan Fernando, no es ni el crecimiento en humanidad de su alma ni la mejora orgánica de su cuerpo, puesto que eso no le otorga la felicidad personal. El tema de la persona humana es el Dios personal, pues cada persona es una relación distinta respecto de Dios, como su Origen y su Destinatario.

Esto es así, en primer lugar porque sólo un ser personal que es su mismo ser -Dios- puede dar el ser personal; en segundo lugar porque sólo en Dios cada persona humana puede alcanzar enteramente su sentido personal. Finalmente, concluyó el profesor Sellés, así como los trascendentales personales remiten a Dios, el mal a nivel trascendental supone la pérdida progresiva por parte del hombre de su vinculación personal con el ser personal divino, es decir, la despersonalización, porque la persona creada no es tal sin el Dios personal.

Por su parte, la filósofa y teóloga Blanca Castilla de Cortázar presentó en su ponencia una síntesis de su itinerario filosófico personal que desde hace más de tres décadas le ha llevado a profundizar en la noción de persona, señalando los principales hallazgos que le han aportado el estudio de las obras de Santo Tomás, Xabier Zubiri, Leonardo Polo y Karol Wojtyla, así como las conclusiones a las que ha llegado.

De Santo Tomás la doctora Blanca Castilla destacó como para el Aquinate la persona designa ese modo y manera inmediatas de ser en la que dicha realidad posee su esencia plenamente y dispone libremente de ella. Por eso, para Blanca Castilla- siguiendo el pensamiento de Santo Tomás- la persona significa lo más perfecto y digno que hay en toda la naturaleza. Sin embargo, en su planteamiento personal, la doctora Blanca se desligó de los problemas y limitaciones que trae consigo la definición boeciana de persona, adoptada posteriormente por Santo Tomás y buena parte de los pensadores medievales.

Por otra parte, la profesora Blanca destacó las muchas luces que ha encontrado en el pensamiento de Xabier Zubiri y sus conferencias sobre la persona, haciendo especial hincapié en “Sobre la esencia”. Del planteamiento antropológico de Zubiri la doctora Castilla destacó, en primer lugar, la tarea que llevó a cabo el filósofo español en la recuperación del orden transcendental, así como la reconstrucción histórica sobre la persona, constatando, por un lado, que la filosofía griega carece de la noción de persona y subrayando, por otro lado, que la persona no es substancia o sujeto de accidentes. Es más, su subsistencia es de orden trascendental. Así mismo, señaló cómo, en el pensamiento zubiriano, la ampliación que lleva a cabo de la realidad logra trascender la cosa distinguiéndola de la persona. En este sentido, Zubiri -subrayó la profesora Blanca- reconoce la inteligencia trascendental -inteligencia sentiente- y la libertad trascendental, articulando con ello una antropología en la que entran en juego la intimidad, la originación y la comunicación, así como la estructura metafísica del ser personal.

Otro autor clave en la teoría de la persona de la doctora Blanca es Leonardo Polo y su antropología trascendental pues en esta propuesta encontró tematizada y desarrollada la radicalidad del ser personal. Además, resaltó que en el pensamiento poliano el gran hallazgo de distinguir entre los niveles ontológicos permite entender mejor la entidad del cosmos y de cada persona como realidades creadas. En la antropología de Leonardo Polo, la profesora Castilla encuentra las herramientas especulativas, metafísicas y antropológicas, necesarias para profundizar en la noción de persona.

Por último, en su ponencia la doctora Blanca subrayó el estudio y profundización en la obra de Karol Wojtyla le ha permitido descubrir y describir la estructura esponsal de la persona humana. En efecto, para la profesora Blanca, cada persona en su intimidad y condición concretas, a saber, como varón o mujer, es llamada al amor. Por otra parte, las dos peculiaridades más decisivas de la persona son: 1) su irrepetibilidad, que los clásicos denominaban incomunicabilidad, por la que cada persona es un Quién y no simplemente un qué, y 2) su apertura y relación con los demás, es decir, su máxima comunicabilidad destinada al conocimiento y al amor. Aunque estas dos peculiaridades se presentan como aparentemente incompatibles, el estatuto ontológico de la persona está más allá de la división del ente en categorías y de la composición hilemórfica.

La persona tiene que ver con lo que los clásicos denominaron el nivel de la subsistencia, nivel de la trascendentalidad, y viene a ser el acto de ser que cada persona tiene en propiedad. La persona -recalcó la doctora Castilla- es el núcleo interior de cada cual, del que nacen sus acciones, pero no se confunde entera, completa y definitivamente con ellas. La persona es un don recibido –nadie se lo puede dar a sí mismo: no hay autogeneración. Esta manera de referirse a la persona constituye otro modo de hablar de libertad en sentido radical, de libertad trascendental, que no solo libre arbitrio. Dicha libertad trascendental se traduce en un poder de autoposesión, autodeterminación e innata creatividad. Finalmente, manifestó su acuerdo con el filósofo español Julián Marías cuando éste afirma que no hay persona humana sin diferencia sexual. A este respecto, señaló Blanca Castilla, hablar de personas sin aludir a la diferencia sexual no constituye más que una pura abstracción.

La última sesión del tercer ciclo, Teorías contemporáneas de la persona, estuvo a cargo de Pilar Fernández Beites, quien presentó la síntesis de la teoría de la persona que ella misma ha elaborado a lo largo de los años: una metafísica de corte fenomenológico inspirada en Edmund Husserl, Max Scheler y Xavier Zubiri. A la pregunta sobre quién es el hombre y en qué consiste su carácter personal la profesora Pilar respondió que el ser humano es un sujeto encarnado cuyo carácter personal consiste en su subjetividad. El ser encarnado del ser humano es evidente pues se manifiesta en su corporeidad. No obstante, el cuerpo no proporciona al hombre su carácter personal. Tampoco los genes ni un cerebro más o menos evolucionado, sino aquella dimensión del hombre consistente en su ser sujeto.

En su conferencia, la doctora Pilar reivindicó una actitud personalista frente a una actitud naturalista a la hora de abordar la realidad del ser humano. De esta manera, retoma esta distinción clave que Husserl propuso ya en Ideas II evitando con ello una posición basada en la absolutización de la actitud naturalista y la consiguiente reducción del ser humano a mera naturaleza o cuerpo biológico.

Para la profesora Pilar, la libertad misma forma parte de la esencia constitutiva del hombre. Como reconoció Sartre, el hombre está condenado a ser libre. Entre sus opciones no está el ser o no ser libre. En este sentido, no puede renunciar a su libertad pues constituye parte de su esencia, prefijada de antemano. Esto significa que el ser humano no se ha dado a sí mismo la libertad y tampoco puede por tanto eliminarla de sí.

Ahora bien, ¿ de de qué tipo de libertad se está hablando o qué se entiende por libertad esencial? Pues hoy en día, según la profesora Fernández Beites, la libertad se entiende meramente en su sentido negativo. Dicho sentido negativo de la libertad consiste en la ausencia de predeterminación que sí caracteriza a la vida animal. En el ser humano, el instinto no determina de manera necesaria su actuar. La libertad está abierta a todas las opciones. El problema estriba en que si nos quedamos en el nivel negativo de la libertad y no damos el paso a su consideración positiva, elegir entre posibilidades se torna indiferente y se corre el peligro de que sea el azar, los apetitos o las circunstancias las que nos lleven a tomar partido por una u otra opción. Desde este planteamiento, todas las decisiones acabarían siendo arbitrarias debido a que, entre otras cosas, todas ellas resultarían igual de válidas.

Por el contrario, la consideración positiva de la libertad es aquella que está abierta al bien y al mal. En la libertad positiva hay un marco previo que da sentido a la libertad negativa. Un marco que viene dado por los valores del bien y el mal. El bien y el mal, a su vez, constituyen los motivos que nos conducen a obrar libremente. Dichos motivos hacen que la elección no sea indiferente porque en cada elección está en juego la realización de dicho bien o dicho mal. En este sentido, ya no resulta indiferente el objeto de la elección. Es más, de lo que se trata aquí es precisamente de acertar en dicha elección.

La cultura actual está profundamente condicionada por una idea negativa de la libertad que sitúa su ejercicio al margen de cualquier valor o norma moral. Más aún, se considera que los posibles valores morales son constricciones que anulan la libertad, de manera que una decisión autónoma debería estar, por definición, más allá del bien y del mal; es decir, al margen de cualquier marco ético. En palabras de Heidegger, recordaba la autora, la única respuesta a la pregunta sobre aquello a lo que hay que decidirse es la siguiente: decidirse a decidirse. Desde esta perspectiva, lo único que el hombre elige es a hacer uso de la libertad, decidiéndose a favor de la libertad, pero no de lo valioso, del bien o de la justo. De lo contrario, recortaría o reduciría la autonomía de su libertad. La respuesta de la profesora Pilar a este problema contemporáneo es recuperar la positividad de la libertad ligándola a la racionalidad y la capacidad de amar, dos componentes esenciales de la subjetividad.

Al concluir su exposición, la profesora Pilar afirmó que la persona buena no es la que tiene como objetivo ser buena y por esto hace el bien a los otros, sino que la persona buena es la que precisamente hace el bien dejándose mover por los valores positivos de la existencia. Por tanto, es al reconocer la dimensión ética cuando el dinamismo de la existencia humana cobra todo su sentido. Dicho dinamismo se revela como un dinamismo moral en el que se exige la confluencia de la racionalidad y el ejercicio propio de la libertad en y desde el amor.

Tras la exposición de cada uno de los ponentes, se abrió un espacio para el diálogo y la reflexión común en el que los participantes que así lo quisieron, pudieron trasladar a los profesores sus preguntas, creando con ello un clima de seminario muy fructífero y enriquecedor.

Finalizado el primer ciclo del Seminario Permanente de Antropología Filosófica, Teorías contemporáneas de la persona, Hápax invita a todos los interesados a participar en el segundo ciclo del Seminario que comenzará en enero de 2024 y que tendrá por título, La persona y los filósofos. Se tratará de un ciclo centrado en el estudio de la propuesta antropológica de los grandes pensadores de la historia de la filosofía, tales como Platón, San Agustín, los Padres Capadocios, Heidegger, Levinas, Hannah Arendt, Simon Weil, Michel Henry o Leonardo Polo entre otros. Cada sesión estará dirigida por un especialista del autor correspondiente, previa una lectura de textos seleccionados de dicho pensador. Se trata de un formato de seminario de investigación para especialistas y personas interesadas en la profundización y estudio del saber en torno a la persona humana, al que por supuesto están todos invitados. La información de fechas de este segundo ciclo se comunicará en breve.

A continuación, dejamos el enlace con los tres vídeos de este tercer ciclo:

  1. Juan Fernando Sellés: https://www.youtube.com/watch?v=7B_GGWQXSaU
  2. Blanca Castilla de Cortázar: https://www.youtube.com/watch?v=nsTl7riwTDk
  3. Pilar Fernández Beites: https://www.youtube.com/watch?v=OIIxBUJmm0M