Investigar en todos los rincones de lo humano.
Buscamos innovar la ciencia sobre la persona, el conocimiento y la acción, para detonar el crecimiento social y cultural.
+  Conoce nuestro trabajo y nuestra propuesta académica
+ Nuestro proyecto
Aspiramos a ser una comunidad intelectual firmemente consolidada a través de líneas maduras de investigación interdisciplinar, que vinculen la antropología filosófica con las ciencias sociales y las diversas manifestaciones culturales en las que la persona vive.  

Queremos ofrecer una propuesta teórica de renovación cultural, con perspectiva cristiana, como fruto de la investigación de largo plazo, a través de un cuerpo de publicaciones propio y un programa de maestría y doctorado reconocido y activo internacionalmente, especialmente en América Latina.

Buscamos integrar una comunidad internacional de científicos y profesores universitarios con una formación antropológica e interdisciplinar que sea agente de cambio en sus respectivas instituciones.

Deseamos que Hápax sea un espacio común para el diálogo abierto y la sinergia interuniversitaria, y que nuestra comunidad científica sea capaz de actuar en proyectos sociales concretos en los que verifique su propuesta teórica y contribuya al mejoramiento de la comunidad.
+ ¿Por qué hablamos de Ciencias de la Acción?
La riqueza de la persona humana se materializa en la acción, y son las instituciones sociales un espacio donde se expresa, se enmarca y se desarrolla con especial plenitud. En Hápax investigaremos sobre la persona humana como el principal agente del cambio social, como un ser creativo, generador de cultura y fuente de novedad: como un ser que se hace a sí mismo con su acción sin reducirse a ella.

Las ciencias de la acción son aquellas disciplinas que estudian el modo como la acción humana está comprometida tanto en lo individual como en lo social, y por tanto, son esencialmente interdisciplinares. En ellas convergen saberes como la ecología, la teoría de sistemas, la cibernética, las ciencias de la complejidad, el análisis del discurso, las neurociencias o las teorías de la organización social, así como la recuperación de los saberes clásicos. Son ciencias que, partiendo de un ahondamiento filosófico en el ser de la persona, investigan la esencia de las diversas realidades que ella crea.
+ Nuestro nombre
«Hápax» es la transliteración del vocablo griego ἅπαξ, que significa «una sola vez».  Los filólogos han acuñado la expresión «hápax legómenon» para designar las palabras que se encuentran una sola vez en un corpus o en un contexto literario determinado. Los filósofos y los teólogos han designado con ella lo irrepetible, lo misterioso, y que, por lo tanto, es una verdadera singularidad.  

Eso es la persona: un ser que no puede ser homogeneizado ni tratado como un miembro más de una especie, sino que conviene que sea considerado como un «hápax», como un acontecimiento único, es decir, como un ser singular cuya vocación y realización está en la relación y la comunión con otras personas.

Con este nombre queremos indicar la centralidad de la antropología filosófica en la actividad investigadora y docente del Instituto, y enfatizar que la persona humana es verdadera fuente de innovación cultural.

El título Instituto de Ciencias de la Acción indica el carácter científico y el enfoque interdisciplinar que perseguimos a través del estudio de la acción humana. Así es como Hápax busca clarificar que su interés es global y que compromete a diversos aspectos de la manifestación del ser personal: teoría y práctica se nutren mutuamente, ligando la especulación a la vida.
+ Nuestro Logo
Hemos elegido como ícono una H estilizada, inspirada en una zarza ardiente. La palabra hebrea para «zarza» es seneh (סנה), un hápax legómenon bíblico, que para algunos teólogos y filólogos indica la peculiaridad del pasaje y subraya la singularidad del acontecimiento teofánico para Moisés y la historia del pueblo hebreo.  

La zarza ardiente es un símbolo que hemos elegido para recordarnos que el mundo puede ser, en algunas ocasiones, lugar de comparecencia de Dios, que se introduce en la historia, que es promesa eterna y que no falla a los hombres. La zarza, en tanto símbolo sagrado, es el lugar de encuentro entre la verdad y el tiempo, entre el infinito y el mundo, entre la trascendencia del Bien y nuestro deseo de alcanzarlo. Pero al mismo tiempo, es el establecimiento de una nueva historia para la humanidad; es el espacio de comunicación entre las personas, el origen creativo de un diálogo que hace cultura y civilización.